Adolescentes, ¿Dónde ponemos el límite en los juegos violentos?
Durante todo el curso y, especialmente, con la llegada de las vacaciones de verano, los padres tenemos que gestionar las horas de exposición de nuestros hijos ante todo tipo de pantallas como de TV, videosjuegos, consolas, móviles, tablets, entre tantas otras. Los padres de niños preadolescentes y adolescentes enfrentan un reto especial: el control del tipo de videojuegos que deciden jugar nuestros hijos y analizar cómo les influyen los juegos considerados «violentos» en su formación.
Desde el inicio de la difusión de los videojuegos, tanto padres como educadores se han preocupado por los supuestos problemas que el uso de este tipo de juegos pueda provocar en la infancia y la adolescencia. A pesar del paso de los años y de la penetración de las nuevas tecnologías en el ámbito lúdico, este tema sigue siendo un tema de debate donde encontramos mucha controversia y diferentes corrientes de pensamiento. Pero, hoy por hoy, no hay ningún estudio científico que concluya con datos que jugar a juegos bélicos o vídeojuegos agresivos, haga niños y jóvenes agresivos. Pero, como en todo en la vida, hay que entrar en los matices.
Muchos estudios dedicados a la investigación de este tema, coinciden que un factor importante a tener en cuenta es el tiempo de exposición que dedican los niños como uno de los aspectos responsables de las consecuencias negativas. Mientras juegan, los adolescentes se someten a una gran tensión psíquica y física, lo que la prolongación de esta situación junto al tipo de juego y las características personales genera estrés, irritación y alteración. Algunos juegos pueden ser fuente de entretenimiento para pasar el tiempo libre, y a la vez inciden positivamente en el desarrollo de los procesos cognitivos (rapidez mental, orientación espacial…) Pero, ¡alerta! hay otros que pueden generar conductas nocivas y si se abusa pueden crear adicciones.
Para gestionar la exposición a las pantallas de manera equilibrada, hemos consultado al psicopedagogo Miquel Àngel Torrico y nos aconseja:
- Los padres tenemos que formarnos e informarnos sobre el contenido del videojuego. ¿Qué aporta? ¿Hay recompensa inmediata? ¿Engancha?
- Hay que respetar la edad (PEGI) recomendada para jugar.
- Es recomendable pactar horario con el hijo y cumplirlo. Y conocer qué consecuencias tiene incumplirlo.
- Vale la pena que el adulto juegue alguna partida con los hijos para tener también algún tema en común.
- Y, cómo no, lo mejor es disfrutar en familia y compartir un tiempo de ocio y una experiencia juntos.
- Si el niño vive en un entorno normalizado, hay una crianza respetuosa, una buena gestión emocional de sus sentimientos, sabe diferenciar entre realidad y ficción y hay límites firmes, no se volverá violento por jugar a un juego violento.
Desde MarcaRopa tenemos claro que siempre que se pueda combinar un rato de videojuego, otro de lectura, un mucho de deporte y otro mucho de contacto con la naturaleza y compartir experiencias en familia con alegría y buen humor, entrenaremos a nuestros hijos para la vida.
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